Los guardias de seguridad armados se han convertido en una presencia casi obligatoria en la vida moderna debido a los grandes problemas de inseguridad que presenta la región (Latinoamérica). Cada día, más empresas de seguridad y usuarios del servicio, compiten por proyectar una imagen de seguridad en su entorno en medio de múltiples amenazas públicas, siendo las propias empresas de seguridad, sus usuarios y los propios guardias de seguridad, los que a menudo plantean una de esas amenazas.
Por otra parte, un sistema desordenado carente de leyes adaptadas a los nuevos tiempos, corrupción, falta de supervisión y casi ninguna responsabilidad, facilitan el porte de armas de fuego en manos de individuos que en la mayoría de los casos, nunca han manipulado una de ellas. En la gran mayoría de países de Latinoamérica, el trabajo de seguridad es una opción laboral en crecimiento para hombres y mujeres debido a las altas cifras de criminalidad que maneja la región. Cada día, más hombres y mujeres son “contratados” para trabajar como guardias de seguridad portando uniformes, patrullas de “seguridad”, implementos, armas y municiones letales con tan solo unas pocas horas de entrenamiento en el mejor de los casos. En estudio reciente realizado en varios países de la región, se determinó que más del 90% de las empresas de seguridad, contratan personal sin ningún tipo de conocimiento y entrenamiento en el uso de armas de fuego.
Una Amenaza pública para los usuarios del servicio y los propios guardias de seguridad
Muchos usuarios del servicio contratan empresas de seguridad para tener guardias armados que reflejen una imagen “disuasiva”, resguarde sus intereses e instalaciones. Muchas de estos intereses e instalaciones mantienen un flujo alto de empleados, contratistas, visitantes y transeúntes. En estas condiciones, tener un guardia armado con poco o ningún entrenamiento puede representar una amenaza pública en caso de presentarse una situación o evento que por naturaleza o instinto, obligue al guardia a intentar reaccionar a través del uso del arma asignada.
Un mal uso del armamento, así como un mal procedimiento; puede traer consigo consecuencias fatales para todas las partes. Muchos usuarios del servicio desconocen que en sus países, existen leyes que los incriminan, responsabilizan o los hacen solidariamente responsables por el mal accionar o el mal procedimiento llevado a cabo por un elemento de seguridad.
La delincuencia común y la delincuencia organizada en muchas ocasiones buscan armarse a través de los guardias de seguridad, puesto que consiguen una manera más fácil de conseguir sus armas a través de negociaciones directas con el personal, o mediante el empleo de violencia para sustraerlas. Para nadie es un secreto que en Latinoamérica, la profesión de guardia de seguridad, es una de las que genera mayor cantidad de empleos para personas de nivel bajo-básico de educación, pero a su vez la que ofrece uno de los salarios más bajos del mercado en cada país. Adicionalmente a estos datos, conseguimos que los procesos de reclutamiento, selección, contratación y capacitación que emplean algunas empresas de seguridad, carecen de filtros confiables que permitan minimizar el riesgo de contratar individuos no aptos para portar un arma de fuego.
Haciendo un resumen general en algunos países de Latinoamérica sobre incidentes con guardias de seguridad armados, nos encontramos con casos muy sonados que han impactado a la opinión pública y en los que sólo detallaremos el móvil del hecho.
En Honduras, un guardia de seguridad utilizando su arma de fuego, le disparó al dueño de un establecimiento para el cual su empresa prestaba sus servicios, luego que el mismo le llamara la atención por no cumplir con sus obligaciones. Las investigaciones señalaron que el individuo pasaba por una fuerte depresión familiar al momento del hecho. En Guatemala, un guardia de seguridad mató a un compañero de trabajo luego de una discusión. Durante el incidente, el personal de la empresa usuaria del servicio se encontraba de salida y uno de los empleados fue herido en el abdomen al momento que el presunto homicida huía de la escena del crimen. En el Salvador, un guardia de seguridad mató a un menor de edad e hirió gravemente a otra persona al momento que las víctimas ingresaban a las instalaciones de una conocida empresa multinacional, presuntamente para sustraer material de desecho. De acuerdo a las pesquisas, el guardia durante su patrullaje observó que dos personas saltaban la cerca y abrió fuego contra las mismas por encontrarse dentro de las instalaciones de acuerdo con sus propias declaraciones, luego se conoció que los individuos no portaban armas. Un representante de las autoridades locales y DD.HH de ese país, lamentó el incidente y consideró que “no se justifica el haber disparado contra la humanidad de dos personas desarmadas”, sin embargo el guardia afirmó que sólo obedecía órdenes del Gerente de la empresa usuaria y sus superiores, los cuales se encuentran bajo investigación. En Venezuela, un guardia de seguridad le quitó la vida a una mujer empleada de la empresa usuaria del servicio y luego se suicidó delante de sus compañeros. Fuentes extraoficiales afirman que la dama le había llamado la atención en varias oportunidades y lo había amenazado con llamar a la empresa de seguridad para removerlo del puesto. Sus compañeros afirmaron que el hecho los tomó por sorpresa ya que el guardia de seguridad involucrado era una persona aparentemente tranquila y tenía varios años trabajando para la empresa de seguridad. También en Venezuela, un guardia de seguridad murió de dos impactos de bala al momento que un individuo ingresó a las instalaciones de la empresa usuaria para la que laboraba la víctima y sin mediar palabras, le propinó dos disparos para despojarlo del arma de “reglamento”. Durante el incidente, dos personas resultaron heridas. En Ecuador, un guardia de seguridad intentó frustrar un robo en un concurrido lugar comercial y se originó un enfrentamiento entre el guardia y los presuntos delincuentes. En este hecho, 3 personas resultaron con heridas de gravedad, entre esas un menor de edad. En otro hecho, un guardia de seguridad disparó contra su ex pareja en el lugar donde ésta laboraba y luego trató de suicidarse. De acuerdo a las primeras investigaciones de la Policía, el guardia había ingresado al almacén donde trabajaba su ex pareja con claras intenciones de atentar contra ella. La mujer al ver al guardia, trató de esconderse en una oficina ubicada en el almacén, pero el individuo le persiguió y le disparó en dos ocasiones, dejándola gravemente herida. Una vez cometida la agresión, salió huyendo e intentó refugiarse en un lugar concurrido donde trabajaba como custodio, causando el pánico entre las personas que laboraban en este lugar. El supuesto agresor al no poder escapar, intentó quitarse la vida disparándose en la cabeza con el revólver calibre 38 que portaba, presuntamente de la empresa de seguridad para la cual trabajaba.
Estos y muchos casos más ocurren con frecuencia en la región. Son muchos los casos en que delincuentes en operaciones tipo comando, ingresan a instalaciones con el único fin de despojar al personal de seguridad de sus armas, siendo el arma la razón principal de una “incursión” a una instalación y no precisamente el robo. También son muchos los casos en que por mala manipulación del arma bien sea al momento de los relevos de guardia o por razones de ocio, guardias de seguridad causan heridas a compañeros y personas, muchas de ellas con consecuencias fatales. Hay que considerar que en la mayoría de estos países, el uso de la “fuerza” a través de armas de fuego está limitado a las Fuerzas Armadas como organismo de defensa nacional, y a la Policía como organismos de orden público, siendo las empresas de seguridad instituciones privadas de “apoyo” a estos organismos pero sin competencia para realizar procedimientos, detenciones ni uso de la fuerza; salvo el caso de las empresas que se dedican al transporte de valores y bajo la legítima defensa y resguardo de sus intereses.
El uso de armas de fuego para las empresas e individuos que realizan servicios de protección a ejecutivos o escoltas, carecen de protección a nivel jurídico en la mayoría de estos países. Si bien el perfil de quienes realizan estos servicios es mucho mayor al de un guardia de seguridad, el porte del arma debería estar autorizado bajo una figura de dependencia jurídica y limitado solamente mientras se encuentra en el ejercicio pleno de sus funciones.
“Usar armas de fuego nos hace más vulnerables ante el delito, nos hace objeto de delitos por parte de la delincuencia y se aleja del objetivo real de un guardia de seguridad privado o un profesional de la seguridad adaptado a los nuevos tiempos, que es ser un elemento de PREVENCIÓN y NO un elemento de REPRESIÓN”.
Algunos gobiernos de la región intentan establecer medidas de control para el porte y uso de armas de fuego a través de “planes o políticas de desarme” que involucran la destrucción de armas no autorizadas, sin embargo; el éxito de estas políticas no se verá reflejado si no se comienza a desarmar y destruir el arsenal de quienes después de las Fuerzas Armadas y los organismos de seguridad pública, poseen la mayor cantidad de armas “autorizadas” en cada país, y se comienza a limitar y controlar, la fabricación, importación y compra-venta de éstas.
Las nuevas tendencias, los nuevos estándares internacionales y las nuevas normas sobre gestión de riesgos destinadas a ser aplicadas por los profesionales de seguridad, establecen la adopción de “Medidas Preventivas” para mitigar el riesgo ante cualquier amenaza. Las empresas de seguridad pueden ser verdaderos organismos de apoyo a la fuerza pública a través de sistemas de comunicación eficientes y de fácil acceso a éstos para reportar emergencias o incidentes. La capacitación del personal de seguridad desde sus inicios, debe estar enfocada y adaptada a los nuevos tiempos para que un guardia de seguridad pueda ser capaz de identificar posibles amenazas, determinar la vulnerabilidad de su entorno y reportar de manera eficaz las mismas para así poder realizar recomendaciones que deriven en la reducción del riesgo.
Capacitar a un guardia de seguridad en el uso y manejo de armas de fuego, es simplemente una contradicción. Los gobiernos, deben responsabilizar a los dueños de empresas de seguridad a capacitar a su personal de manera permanente sin que ello implique un obstáculo o incremento del gasto o costos para los usuarios. El acceso a tecnología que permita a los guardias de seguridad capacitarse en sus tiempos libres o disponibles, no sólo humaniza la profesión, sino también los hace ser individuos más profesionales y con una cultura de seguridad adaptada a los nuevos tiempos.
Velar porque las empresas de seguridad no solo cumplan con sus deberes formales para con sus empleados de acuerdo a lo que establece la ley (No como se interpreta o conviene a los empresarios), sino también asegurar condiciones de trabajo óptimas (descanso, salud, higiene y recreación), ayudarán a humanizar y profesionalizar la seguridad privada para los fines destinados.
Johnny Torres | OPS Director Latin America | WSO Worldwide Security Options